La morisqueta es una receta sencilla pero profundamente arraigada en la gastronomía de Tierra Caliente, particularmente en Apatzingán, Michoacán. Su base es el arroz blanco cocido al vapor, acompañado de frijoles caldosos y una salsa de jitomate o chile. Aunque su preparación es humilde, su sabor es reconfortante y adaptable, lo que la convierte en un platillo cotidiano en muchas cocinas del occidente mexicano.
Con el tiempo, la morisqueta ha evolucionado y se ha enriquecido con ingredientes adicionales como queso ranchero, carne de cerdo o guisos como el clemole o el chilayo. En algunas regiones, se sirve como acompañamiento de platillos más elaborados, mientras que en otras es el plato principal. Su versatilidad permite que cada familia le imprima su toque personal, convirtiéndola en una expresión de identidad local y creatividad culinaria.
A pesar de su nombre, que podría sugerir una influencia árabe o morisca, la morisqueta tiene raíces más bien ligadas al intercambio cultural con Asia a través de la Nao de China, que introdujo el arroz en la costa del Pacífico. Así, este platillo representa no solo una tradición regional, sino también un testimonio de la historia global que ha influido en la cocina mexicana.

Deja un comentario